marzo 28, 2024

‘El corazón roto, pero Dios nos ha sostenido’, el sermón en Charleston

Silencio total al leer los nombres de las víctimas. Luego el pastor N. Goff explicó que los últimos días han sido difíciles, pero que su fe les ha dado fuerza para superar la tragedia.

La Iglesia Metodista Africana y Episcopaliana de Emanuel (Charleston, Carolina del Sur), ha celebrado este domingo su primer culto tras la matanza perpetrada el pasado miércoles por Dylann Roof en un ambiente de regeneración tras el asalto con claros tintes racistas en el que murieron nueve personas, entre ellas el pastor de la iglesia y senador Clementa Pinckney.

El oficio religioso, que ha comenzado a las 9.30, ha ido precedida de un homenaje del resto de las iglesias de la ciudad, que han hecho repicar sus campanas de manera simultánea.

Sin los agujeros de bala a la vista (restaurados) el acto contó con una fuerte presencia policial después de una falsa amenaza de bomba declarada esta pasada noche.

En el exterior de la iglesia, la congregación negra más antigua del sur de Estados Unidos, se han depositado flores, osos de peluche y globos, mientras cientos de personas han guardado cola para cantar himnos, dejar ofrendas y llorar a las víctimas.

El acto fue presidido por John Gillespie, pastor retirado. Pero más que los que estaban, esta ceremonia la presidían los ausentes, representados tras el púlpito, en las nueve sillas rojas vacías, que habitualmente ocupan los responsables del templo.

La del centro, la más alta, estaba cubierta con una túnica negra. Ésa era la de Clementa C. Pickney, el reverendo de la congregación, una de las víctimas de Roof. Éste debería haber sido su sermón. A la entrada de la iglesia, todavía se ve un cartel que dice: ‘Reverendo Clementa Pickney, Pastor. Domingos a las 9 y media. Servicio religioso’.

Esta histórica iglesia fue fundada en el siglo XIX como un refugio de los esclavos de raza negra y a quienes las leyes de entonces les prohibían congregarse para celebrar su fe como cristianos evangélicos.

El interior del edificio blanco de estilo gótico se vio repleto por cientos de personas, de raza negra y blanca, incluyendo la gobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, y l alcalde Joseph Riley,

El silencio fue casi total cuando se leyeron los nombres de las nueve víctimas de la masacre. Luego el pastor Norvel Goff, de la Conferencia Metodista Episcopal Africana de Carolina del Sur, dijo que aunque los últimos días no han sido fáciles para su comunidad, su fe los ha mantenido unidos y les ha dado la fortaleza para superar la tragedia.

«Ha sido difícil, pero Dios nos ha sostenido», dijo, agradeciendo a la solidaridad de la comunidad «no sólo aquí en Charleston, sino a través del mundo».

Goff agradeció también la respuesta de las autoridades locales y la actuación de la policía local para lograr la captura del autor, y la intervención del FBI en las investigaciones.

El reverendo dijo que el perdón de los familiares de las víctimas al autor de la masacre fue un reflejo de lo que es su comunidad y pidió a los presentes enfocarse en estas nueve familias. «En este momento necesitamos estar unidos en solidaridad con ellos» , indicó.

«Las puertas de la iglesia están abiertas. No hay malvado, ni demonio, ni infierno en la Tierra que pueda cerrar las puertas de la iglesia de Dios», proclamó el reverendo Norvel Goff ante centenares de feligreses.

«Muchos de nuestros corazones están rotos. Muchos de nosotros seguimos derramando lágrimas, pero yo sé de un hombre que puede responder todas nuestras preguntas (Jesús). Ustedes y yo debemos llevar nuestras cargas al Señor y dejarlas allí», dijo el reverendo Goff.

«Nosotros seguimos creyendo que nuestras oraciones pueden cambiar las cosas. ¿Alguien me lo confirma? (A lo que los feligreses respondieron «sí»). Pero las oraciones no sólo cambian las cosas, nos cambian también a nosotros», añadió.

El ánimo quebrantado por las lágrimas no impidió momentos de alabanza, especialmente durante el canto de himnos religiosos-

Muchos cientos de personas más que no pudieron entrar a la iglesia, siguieron el servicio de casi dos horas desde el exterior, en anticipación de lo cual las autoridades locales optaron por cerrar el tráfico varias calles adyacentes.